Salir fuera y dejarlo todo no es fácil. Tampoco imposible. Las experiencias lingüísticas en el extranjero nos hacen crecer como persona y como profesional.
A lo largo de los años la vida ha cambiado por completo. Hasta hace no más de 20 años, era prácticamente impensable que alguien pudiera salir fuera del país a labrarse un futuro, mejorar un idioma y en definitiva, sacarse uno mismo las castañas del fuego. Con los tiempos que corren, muchos jóvenes optan por las experiencias lingüísticas en el extranjero: un acto de valentía en el que dejas todo por salir a aprender, a vivir nuevas experiencias y a poder comprender un idioma. Pero, ¿qué pasa antes, durante y después de esta experiencia?
Quiero contaros cómo se ven las cosas desde la perspectiva del que las ve con sus propios ojos, desde el punto de vista alguien que ha tenido que salir del país no solo por una oportunidad laboral sino, también la intención de aprender y comprender un idioma.
Antes de salir al extranjero
¿Por qué hago esto? ¿Soy realmente feliz aquí? Bah, da igual. Tengo 20 años y toda una vida por delante para volver. Además, conozco a mucha gente que está fuera y no pasa absolutamente nada. De hecho parecen más felices, van a la aventura y están conociendo a mucha gente. Si solo hablaran mi idioma… es que no los voy a entender. ¿Y qué pasa con todo lo que dejo aquí? ¿Qué va a pasar cuando mi madre intente mandarme un tupper? Nos las apañaremos como sea, pero no pienso quedarme aquí.
Esta es la primera reacción de una persona que se plantee salir al extranjero. El primer miedo que tenemos a la hora de plantear una experiencia en el extranjero es que no nos van a entender, ni nosotros a ellos. No se trata solo de la comunicación cotidiana sino del día a día, hablar con una señora en el supermercado, el día que vas a ingresar dinero en el banco, y otras situaciones similares. Supone todo un reto que al principio nos cuesta mucho asimilar. Por eso, debemos ser valientes y, si no controlamos mucho el idioma del país al que vayamos a ir, tendremos que pensar en recibir algún curso no solo para mejorarlo, sino para además conocer otra gente en la misma situación.
Durante la experiencia en el extranjero
Los primeros días ni siquiera sabes que sigues ahí. Algunas noches sueñas que sigues en tu casa de toda la vida y, sin embargo, cuando despiertas, no estás allí. El segundo día lloras, el tercero tratas de conocer un poco más la ciudad. El cuarto día vuelves a llorar y el quinto día vas a la primera clase del idioma que intentas mejorar. Dejas de llorar, conoces gente nueva, de otros países que se encuentran en la misma situación que tú y que tampoco es que van sobrados hablando el idioma. Te sientes mejor. Quedáis para salir. Con el tiempo esas personas se convierten en tus compañeros de viaje, gente que pasa por tu vida por casualidad y que, de alguna manera u otra, se queda para siempre en tu corazón.
Ahora todo es diferente y crees que puedes afrontarlo con filosofía. Los días se hacen más amenos, más cortos y cada vez deseas que sea fin de semana para poder juntarte con más gente. A partir del segundo mes el idioma deja de ser un problema, porque prácticamente ya estás acostumbrado a hablarlo durante todo el día y el refuerzo de un curso de inglés en el extranjero es la clave para aprender y conocer gente. Quizá lo mejor de esta experiencia en el extranjero sea que a lo largo del camino, vas encontrando pequeños obstáculos, pero también grandes ayudas y apoyos.
Cuando decides volver de tu experiencia
Ha pasado un año, quizá dos, o cinco. No importa cuánto tiempo estés fuera, sabes que la semana antes de volver a tu país se va a hacer eterna. La sensación más extraña del mundo es cuando vuelves a casa y le dices Yes, please a tu madre cuando te pone el plato de lentejas en la mesa, (¡lo has echado de menos!). Y es que cuando volvemos de un país extranjero en el que hemos estado tanto tiempo hablando ese idioma, es prácticamente inevitable dejar de hablarlo. Has vuelto a tu lugar de origen y, sin embargo, eres una persona totalmente diferente, más formada, más educada, y te preguntas cómo es posible que todavía haya gente que no haya vivido la experiencia y vaya por ahí tan tranquila. Piensas que es lo mejor que pudiste hacer y no cambiarías por nada esos años de aprendizaje y amistad.
A lo largo de nuestras vidas, tenemos la oportunidad de vivir diferentes experiencias, las que nosotros decidimos. A la hora de salir ahí fuera, es importante considerar que el idioma lo es todo porque, si no hay ningún tipo de comunicación, el viaje o la experiencia puede convertirse en un auténtico infierno.
Que no os pase como me pasó a mí, que llegué y tardé dos meses en ir a una escuela porque no sabía ni que existía. Apuesta por los cursos de idiomas en las mejores escuelas de la mano de Edugates, planifica tu experiencia lingüística en el extranjero y estoy segura de que podrás hablar el idioma perfectamente en muy poco tiempo.
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