Cuando se dan situaciones difíciles o ambiguas, debemos tener en cuenta la importancia del optimismo en nuestras vidas. ¡Descubre por qué es tan importante!
No hace mucho me encontraba en una cafetería con una vieja amiga. Hablábamos de la vida, de la situación que estamos viviendo los jóvenes en los tiempos que corren y del desequilibro que el país sufre actualmente. Por un momento, me contó su situación laboral, y sentimental. Ambas iban de la mano y se ponía en la peor situación posible. Ha estudiado una carrera, tiene un máster y habla dos idiomas. Desgraciadamente, la única oportunidad laboral que tiene son prácticas como becaria y no puede optar a nada más. Cuando le pregunté que por qué no dejaba de ser pesimista y pensar que algún día podrá encontrar un trabajo que le gustara, que podía encontrar el amor en cualquier momento ella me contestó: «no soy pesimista, soy realista».
Estoy segura que muchos de vosotros os habéis encontrado con alguien que ha dicho exactamente esta misma frase. ¿Por qué cuando lo vemos todo azul oscuro casi a negro no logramos ver la parte buena?
¿Por qué es importante el optimismo?
Ser optimista es una ventaja que cobra mucha importancia a la hora de vivir situaciones complicadas. Hay muchos estudios que indican que el optimismo no es solo un pensamiento, sino que se trata de una predisposición a que algo salga bien. Aquellas personas que son capaces de ver el lado bueno de las cosas aunque sean muy negativas, pueden llegar a entender cómo el ser humano está hecho para ser feliz.
En uno de los estudios reflejan que, siempre va a haber problemas por muy bien que vayan las cosas, ya estén relacionados con el tema económico, salud, social o laboral. Una persona optimista es aquella que, por muy mal vayan las cosas, insiste en su objetivo y no se rinde ante las dificultades que pueda tener por el camino. La gran pregunta es, ¿ser optimista es negar los problemas? Rotundamente no. El optimista no niega el problema, sino que lo reconoce, y a pesar de ello, saca el lado positivo y sigue adelante.
En muchos de los estudios asemejan el optimismo con el deporte. Y es que para ser feliz hay que querer serlo, al igual que si quieres estar en forma tienes que trabajar tu cuerpo. Tenemos que aprender a ver lo bueno de la vida, pasión por lo que hacemos en cada momento y disfrutar cada día como si fuera el último.
Consejos para ser optimista
Uno de los economistas que se hizo famoso por su gran ilusión y pasión por la vida y no por su trabajo profesional, es hoy en día, para mi, uno de los grandes educadores que nos puede dar lecciones de vida eficaces. Emilio Duró dice que siempre pensamos en la avispa que nos ha picado, pero no pensamos en las 500.000 que no lo hicieron. Y con este sencillo ejemplo, el economista nos despeja un sinfín de dudas a la hora de pensar en positivo.
Existen dos tipos de personas en esta vida. La primera es aquella que, aun teniendo mil y una desgracias, hacen su trabajo cada día y siguen adelante. La segunda es aquella, que al mínimo golpe se derrumba. El optimismo, la ilusión y la pasión son tres pilares fundamentales para seguir adelante. Según Duró, estamos preparados para sobrevivir, no para vivir. La condición humana es excesivamente racional el funcionamiento del cerebro hace que en cuanto logramos algo dejamos de ser felices.
Por último, os quiero recomendar la charla de este señor que hace que veamos la vida de otro modo, que sepamos ver el lado bueno de las cosas y que nada de lo que nos pase en la vida nos eche para atrás. Emilio Duró tiene una capacidad y un carisma increíble para contarnos el tema de la felicidad, la ilusión y el optimismo. Una de las cosas más importantes que nos transmite es que nuestra mente es selectiva y estamos constantemente de desgracias. De ahí, salen los dos tipos de personas: las que cambian de canal para que no le amarguen el día y las que si no sufren no son felices.
Tenemos que volver a ser los que éramos. Tenemos que cambiar el lenguaje y la forma de decir las cosas, la ilusión por lo que hacemos, el optimismo del día que vivimos y dejar de pensar en el pasado y en el futuro. Dejar de hablar en condicional, pues la mente obedece órdenes, no condiciones. Podemos optar por un camino bifurcado: el de hacer un drama y no disfrutar de la vida y la de apostar por el coeficiente del optimismo para saborear cada minuto de la vida. Y es que hay gente que siembra primaveras por donde pasa y sin embargo hay gente que dramatiza la vida. ¿Cuál será tu punto de vista?