La paradoja del profesor y el banco

Un profesor siempre ha de ser objetivo, pero a veces se olvida. Por ello hoy hablaremos de la paradoja del banquero y el profesor, para que de esta manera no os olvidéis de lo importante que es no caer en la arbitrariedad.

Fuente: donbosco.es
Fuente: donbosco.es

Pues bien, supongamos que es usted un banquero, y acude dos personas a solicitar un crédito. La primera, tiene una historia de crédito impecable, las perspectivas de su negocio son brillantes y cuenta con avales. Por el contrario, la segunda carece de avales importantes, todavía le faltan por pagar recibos del préstamo anterior, es una persona mayor, está enferma y sus perspectivas de negocio son dudosas.

Ante ello, usted como banquero decide concederle el préstamo al primero, pero no al segundo. Que es lo que sucede en la realidad, ya que la paradoja que intentamos enseñaros es que un banco te concederá exactamente la cantidad de dinero que solicites, siempre y cuando demuestres que no lo necesitas desesperadamente, y por el contrario si lo necesitas de manera apremiadamente no te lo concederán.

“El banco presta paraguas cuando hace bueno, pero se afanan a pedirlos cuando empieza a llover”.

Entonces ahora nos preguntamos, ¿podrías extrapolar esto al mundo de un profesor?
Volvamos a la suposición inicial pero en este caso póngase en el papel de un profesor que está corrigiendo exámenes. Corrige de seguido dos exámenes, el primero es de un alumno que sus notas acostumbran ser excelentes en todas las materias, su actitud en clase es calmada, atenta y participativa, y además sus padres acostumbran a ir siempre a las reuniones de profesores. Sin embargo, el segundo alumno suele ser poco participativo en clase, charlatán y se distrae con facilidad, sus notas suelen ser bajas, oscilando entre el suspenso y el aprobado, y además por último sus padres no suelen asistir a las reuniones del centro, o en muy pocas ocasiones. Pues bien, ante esto, al valorar el primer ejercicio, usted pasa por alto algunos pequeños errores y algunas omisiones, y decide puntuar su examen con buena nota atendiendo a su historial y su conducta en clase. Por el contrario, al segundo ejercicio decide suspenderle, puesto que usted como profesor espera mayor implicación y esfuerzo del alumno.

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Es decir, tendemos a magnificar los fallos de los alumnos menos excelentes, y como profesor hay que erradicarlo, realmente hay que ser objetivo, porque de este modo, no están ayudando ni al primero, porque le estas vendiendo una realidad que no es, ni al segundo, al no incentivarle para mejorar.