El cerebro bilingüe: cambios en el cerebro infantil al aprender dos idiomas

En los últimos años, el interés por el bilingüismo en la infancia ha crecido notablemente. Aprender dos idiomas desde pequeños no solo permite a los niños comunicarse con más personas o viajar con mayor facilidad. También transforma, de forma profunda, cómo funciona su cerebro. En especial durante la infancia, y más concretamente entre los 3 y los 6 años, el aprendizaje de varias lenguas genera cambios positivos en el desarrollo cognitivo, emocional y social. Esta etapa es clave porque el cerebro infantil está en su momento más flexible, lo que en neurociencia se conoce como «plasticidad cerebral». Por eso, cada vez más familias optan por la educación bilingüe desde edades tempranas, eligiendo opciones como una escuela infantil internacional en Madrid que les ofrezca este tipo de estimulación desde los primeros años.

Mientras el niño juega, explora y aprende a hablar, su mente está creando miles de conexiones neuronales. Si en ese proceso se incorporan dos idiomas en lugar de uno, el cerebro tiene que trabajar más: debe identificar qué palabras pertenecen a qué idioma, cuándo usarlas, cómo conjugarlas correctamente o cómo expresar una misma idea de dos formas distintas. Todo este esfuerzo no se desperdicia, sino que ayuda a mejorar habilidades mentales que van más allá del lenguaje.

Cambios en el cerebro infantil: una mente más ágil

Uno de los cambios más importantes que se produce en los niños bilingües es el fortalecimiento del control ejecutivo. Esta parte del cerebro es la encargada de gestionar la atención, planificar acciones, controlar impulsos y cambiar de una tarea a otra sin perder el foco. Como los niños bilingües deben elegir constantemente en qué idioma hablar, su cerebro entrena esta capacidad de manera constante y natural.

Además, el bilingüismo mejora la memoria de trabajo, que es la habilidad para retener información mientras se usa para realizar una tarea. Por ejemplo, un niño puede escuchar una frase larga en inglés, recordarla y responder en español. Esta función es fundamental en el aprendizaje escolar y en muchas situaciones cotidianas, como seguir instrucciones o contar una historia.

El cerebro bilingüe también se vuelve más flexible y creativo. Gracias a la exposición continua a dos sistemas lingüísticos diferentes, el niño aprende que hay múltiples formas de decir o entender lo mismo. Esto le permite ver los problemas desde distintos ángulos y adaptarse mejor a situaciones nuevas, habilidades muy valoradas hoy en día tanto en la educación como en la vida profesional.

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Beneficios del bilingüismo desde edades tempranas

Los beneficios de aprender dos idiomas son más evidentes cuando el proceso comienza en la primera infancia. Entre los 3 y los 6 años, el aprendizaje de un segundo idioma se da de forma casi automática, sin necesidad de estudiar reglas gramaticales ni traducir palabra por palabra. El niño asimila los sonidos, entonaciones y estructuras del nuevo idioma como parte de su entorno natural. Este proceso ocurre de forma aún más fluida si el niño asiste a un entorno educativo como un colegio internacional en Madrid, donde el contacto diario con ambos idiomas es constante y significativo.

En esta etapa, los niños también desarrollan una mayor conciencia metalingüística, es decir, entienden mejor cómo funciona el lenguaje en general. Esto les ayuda a aprender a leer antes, a identificar patrones en las palabras y a mejorar la comprensión lectora. Actividades como la lectura compartida en ambos idiomas, donde el adulto hace preguntas, conversa y reflexiona con el niño sobre lo leído, refuerzan esta habilidad y fomentan un vínculo afectivo positivo con los libros y el lenguaje.

A nivel emocional y social, los niños bilingües suelen tener más facilidad para comunicarse con personas de diferentes culturas, lo que favorece la empatía y el respeto hacia los demás. También pueden desarrollar una identidad más rica y flexible, ya que manejan distintos códigos culturales y lingüísticos según el contexto. Esta diversidad interior les ayuda a desenvolverse con seguridad en entornos variados, tanto familiares como escolares.

Además, existen estudios que indican que los cerebros bilingües presentan mayor densidad de materia gris en ciertas zonas relacionadas con el lenguaje y el pensamiento lógico. Y, a largo plazo, hablar más de un idioma puede retrasar el envejecimiento cerebral.

El aprendizaje de dos idiomas desde la infancia, no solo abre puerta en el mundo académico o laboral, sino que también ayuda a desarrollar el cerebro de forma positiva, potenciando habilidades esenciales para la vida como es la atención, la memoria o la creatividad. Criar a un niño bilingüe no significa forzarlo a aprender, sino acompañarlo en un entorno rico en lenguaje, juego y afecto.