Si echamos la vista atrás, nos daremos cuenta lo mucho que ha cambiado la vida. El avance de la tecnología y el aumento del número de vehículos, ha provocado que los niños prefieran quedarse en casa jugando a las consolas o cualquier otro gadgets, antes que salir a la calle a divertirse con sus amigos. Los que ya tenemos una edad, seguro que nos acordamos de los muchos juegos que cada día jugábamos en la calle y plazas de nuestros pueblos. Como nunca está de más recordarlos, a continuación os dejamos un listado por alguno de esos juegos que nos han permitido pasar tantos momentos divertidos cuando éramos niños.
¡Churro va!
Le llamábamos «juego» para que no nos lo prohibiese el Tribunal de La Haya. Te ponías en la pared, o apoyado en un árbol, a puertagayola, para que tus colegas se lanzasen contra ti a lo Guerra Mundial Z. Lo divertido era saltar y ver como el equipo que tenía que soportar el peso de los rivales se caía abajo. Como en todo juego, siempre había estrategias y aquí siempre era ir a por el más débil. Cuantas veces no nos habrán regañado en el colegio diciendo que nos íbamos a tronchar la espalda.
El paredón
Un juego con el que demostrábamos el cariño que teníamos a nuestro compi. El funcionamiento era muy sencillo, lanzarle trallazos mientras estaba contra la pared. Si le hacías sangrar, puntuaba doble. Se podía jugar con una bola de demolición, o con un balón Mikasa, que pal caso es lo mismo.
La goma
Los chavales solían decir que era un juego de niñas, y que lo de enredarse con una goma no iba con ellos, pero al final todo el mundo terminaba jugando. La goma tenía su propio Greatest Hits de bailecitos y el que lo hiciera mal, le tocaba ponerse a hacer la estatua para sujetar la goma.
Peonza
Con punta «de garbanzo» para los del Barrio de Salamanca, y punta » de lanza» para los del extrarradio. Se le ponían pinturas de guerra, como a los caballos de los Sioux. Los más hardcore le clavaban chinchetas. Ahora que lo pienso, las peonzas fueron los spinner ochenteros.
Canicas
En el oftalmólogo no veías las letras de la primera línea, pero en el parque le acertabas con una de éstas a un mosca en el culo a medio kilómetro. Petanca para niños. Todo el mundo tenía 200, pero SIEMPRE jugabas con la misma. Aunque había muchos juegos, lo más divertido era jugar apostando tus canicas para hacerte con las de tu contrincante. Aquí hay que resaltar la figura de la bola gorda o el bolinche, el arma secreto de muchos para acertar a las canicas de los rivales.
El escondite
Uno de los pocos juegos que aún siguen vigentes. Cada región tenía sus propias reglas: por ejemplo, en Madrid el que la mochaba lo hacía encima de un ladrillo, y en el País Vasco no te podías esconder fuera de la Comunidad Autónoma. Encontrar el escondite perfecto para no se descubierto era el objetivo de todo el mundo. ¿Quién no se ha metido debajo de un coche o un camión para no ser encontrado? Hoy esto es imposible.
El pañuelo
Otro clásico al que se sigue jugando hoy en día. Dos equipos, un pañuelo y un juez. Cada miembro del equipo con un número asignado y cuando el juez decía ese número, salían los correspondientes de cada equipo para coger el pañuelo y llevárselo a su «casa» sin que el rival lo tocara. Aquí, los más veloces eran los más queridos.
Chapas
¿Quién no ha pasado horas y horas alrededor de los bares de su pueblo buscando chapas en buen estado que utilizar para jugar con sus amigos? Los partidos de fútbol de chapas eran el Fifa de entonces, pero no era el único juego. También era habitual echar carreras en el parque por pistas que diseñábamos nosotros mismos. Los más apañados, tenías chapas personalizadas que eran la envidia de todos.
Garbancero
También conocido como tirachinas, una pistolitas de Nerf cuyos proyectiles te hacían marca si te alcanzaban. En los años 80, era habitual que todo el mundo fuera «armado» con este elemento. Nunca se sabía lo que podía pasar.
El pajarito inglés
Juego con diversos nombres pero cuyo objetivo siempre era el mismo: llegar a la meta sin que el que se la ligaba te viera moverse. Años después, el juego se ha vuelto hacer viral gracias a una serie de televisión.
Fútbol callejero
Sin duda, el juego favorito por todos los niños, y también el de muchas niñas. Un juego con sus propias leyes que iban a misa, y que nadie se podía saltas. Veamos algunas de las más interesantes:
- La Ley de la Botella
- Las porterías se hacían con chaquetas o con un puñado de piedras. Cualquier cosa valía.
- Las porterías nunca medían lo mismo.
- El más gordito, siempre era portero para tapar más hueco
- No valía trallón
- El partido acababa cuando el dueño del balón se tenía que ir a casa.
- No había fuera de juego.
- Si no había herida, no era falta.
- Se elegían los equipos por riguroso orden de calidad. Se entiendo que el último siempre era considerado el peor.
- Si se rompía un cristal, se pagaba a escote.
- Daba igual ir 35-3, quien marcaba el último ganaba.
Lo más interesante es que los partidos se podían jugar con diferentes número de miembros en cada equipo. Lo mismo daba 8 que 80, todos tenían cabida.
Monopatín
Aquí es cuando la expresión «ir a tumba abierta» cobra sentido. El diablo sobre ruedas. De 0 a 100 en medio segundo. Era naranja para disimular la sangre. Si Marty McFly hubiese usado este, la peli se titularía «Regreso a la Morgue». Kamikazes imberbes. Surf hardcore.
Balón prisionero
Juego en apariencia inocente, que transformaba el recreo en una auténtica batalla campal por obra y gracia de Bola de Dan. «No vale tirar a la cara». JÁ. Paintball a lo vasco. Como «el suelo es lava», pero haciendo pupita. Un juego solo para los más duros.
Rayuela
En muchos otros sitios también era conocido como la semana. El juego era muy sencillo. Había que ir saltando a la pata coja por cada cuadrado, menos en aquellos donde habían dos juntos que podía plantar los dos pies para descansar. El objetivo era coger una piedra que había que tirar al número que tocase. Cogerla y volver para atrás sin tocar en ningún momento el suelo.
Comba
No hacía falta un Smartwatch para decirte que quemabas 5.000 kcal. después de una sesión. Como el centrifugado de la lavadora, pero en vez de secar la ropa, la mojaba. El juego que emocionó a Rocky Balboa.
Policías y ladrones
La verdad es que los chavales de ahora lo tienen mucho más complicado. Antes era polis y cacos. Ahora entre Mossos, Guardia Urbana, Foral, G. Civil, UIP y banqueros, aforados, criptobros, concejales y butroneros, se hacen la picha un lío.
Para finalizar, decir que en esos momentos éramos felices y no lo sabíamos. Poder disfrutar de la calle para jugar era todo un privilegio que hoy en día no es posible, aunque nuestros hijos también son felices a su forma, simplemente están adaptados a la época que les ha tocado vivir.
Hilo publicado en Twitter por @iSaBeLIiFaKe1