Educadores sociales advierten sobre el aumento de violencia en redes

El equipo de profesionales del proyecto Fromm Bienestar, acaba de alertar sobre el aumento de la violencia y la agresividad en redes sociales y plataformas de vídeos. Esta situación puede terminar por desarrollar en los jóvenes una mayor tolerancia a la violencia.

La violencia como forma de ser popular

Los psicólogos, educadores sociales y especialistas en el comportamiento de los jóvenes y adolescentes cada vez tienen más claro que grabar peleas y agresiones en directo entre menores no ha hecho más que comenzar, y que se trata de un asunto de difícil solución.

Desde hace tiempo, padres y profesores de los centros educativos vienen denunciando estos episodios que cada vez son más frecuentes. Una rápida búsqueda en la red nos reportará decenas de casos recientes, muchos de ellos se han hecho virales en poco tiempo.

Hacer cosas que impacten y que atraigan seguidores

violencia en redes

Vivimos en un mundo cada vez más virtual, donde los jóvenes y adolescentes luchan por hacerse un hueco y ver quien consigue un mayor número de seguidores. Para ello, no dudan en agredir a compañeros o dejarlos en ridículos delante de todos.

Las relaciones a través de la pantalla están hoy tan presentes que no es de extrañar que a muchos jóvenes se les conozca más por su apodo o nick en Internet que por su nombre real, y que se planteen verdaderas competiciones entre ellos para ver quién logra conseguir más seguidores. Esto ocurre, a veces, a costa de subir imágenes o videos de lo más humillantes para otros, dejando de lado por completo valores necesarios en la relación entre seres humanos con la búsqueda de un solo objetivo: ser popular. Antonio Molina explica que «en cierta manera el respeto, la empatía y otros principios básicos se traducen en el número de followers y la capacidad de darles algo nuevo a cada momento en redes sociales, plataformas de vídeo o similares».

Un lema del grupo: no intervenir

Una especie de norma no escrita en estas grabaciones es la de no inmiscuirse en la pelea. Para las personas que la presencian, tanto en directo como a posteriori en las redes, se trata de un espectáculo en el que no quieren interrupciones. Ya que si cualquiera trata de defender a la víctima, no solo corre el riesgo de ser apartado de un violento empujón, sino que indirectamente estaría mostrando una imagen de debilidad y de rechazo hacia quienes están interesados en la pelea. Sería una forma de desmarcarse del resto del grupo de iguales y eso es algo que no le gusta a los jóvenes.

También te puede interesar:  El ministro de Educación propone sustituir 4º de la ESO por un curso orientativo

La violencia como atractivo

La intensa respuesta emocional que este tipo de situaciones genera en el espectador puede terminar haciendo que esta práctica se convierta incluso en algo adictivo, ya que la persona termina por no conformarse con las típicas peleas que haya visto, sino que pide cosas más y más violentas. Y algo aún peor, la normalización y tolerancia al sufrimiento y la violencia, que puede desarrollar graves problemas mentales en los menores, porque acarrea no solo un aumento en la capacidad de soportar violencia hacia los demás, sino también hacia ellos mismos.

Ser respetado, una prioridad

Los adolescentes que participan en este tipo de peleas buscan inconscientemente enviar un mensaje al resto: “Ten cuidado conmigo, soy un tipo duro”. Esto es aplicable también al que graba, quien busca de forma indirecta la complicidad del agresor, interesado en mostrar una faceta agresiva y violenta que los demás teman y admiren por igual.

Cabe mencionar aquí lo importante que resulta para los adolescentes el ser importante para sus amigos y sentirse valorado por ellos, actuando a veces la violencia como una forma rápida de proyectar una imagen que inspire ese respeto en forma de miedo, aunque sea escondiéndose detrás de una cámara o maltratando directamente.

La solución pasa por casa

La mejor forma de combatir este tipo de violencia reside en la familia. Resulta fundamental que los padres se tomen el tiempo necesario para inculcar valores como el respeto hacia los demás. Solo de esta forma, la autoestima del adolescente se encontrará lo suficientemente nutrida como para no necesitar este tipo de actos para sentirse alguien.

En resumidas cuentas, el consumo de violencia a través de las redes sociales es una realidad que está cada vez más en auge. Por lo que la sociedad española tiene el deber de educar en emociones para evitar que esto suceda y, aunque el trabajo principal deben realizarlo los padres y madres, siempre se puede recurrir a un equipo de profesionales expertos en la adolescencia como Fromm Bienestar para prevenir o intervenir en problemas de conducta, bullying o acoso escolar a través de la inteligencia emocional y la mediación familiar.