Vivo en una vorágine constante. Trabajo todo el día en lo que sea, de lo que sea, para poder solventar mis gastos. Aun ejerciendo la profesión que elegí y para la que estudié, muchas veces no lo disfruto. Cuando gozo de un momento para reflexionar, se me vienen proyectos que me gustaría concretar. Pero junto con esa aparición, se presentan los miedos.
Me da miedo dejar lo que tengo, renunciar al trabajo estable que me da de comer a diario. Me da pánico cambiar la estabilidad por la incertidumbre, arriesgar lo que sí tengo por aquello que no sé si voy a poder alcanzar. Aunque lo desee con todas mis fuerzas, aunque me esfuerce y trabaje incansablemente para lograrlo.
Invertir el dinero que pude ahorrar, todo el que tengo, mi único dinero, y quedarme sin nada. O pedir plata prestada y no poder devolverla por destinarla a un proyecto que puede fracasar. Sumado a la inexperiencia y la falta de conocimiento para encarar algo nuevo.
Existen opciones para concretar un proyecto, como el conseguir un microcrédito. Consejos que puedo adoptar y seguir para animarme, para no frenarme y salir del lugar seguro en el que estoy. Veamos cinco fundamentales de los que puede depender el éxito o el fracaso de eso nuevo que quiero alcanzar.
1. Delinear mis objetivos
Para llevar adelante cualquier proyecto, primero tengo que establecer los objetivos específicos que quiero alcanzar. Tener claras y definidas las metas a las que quiero llegar me servirá para diagramar la estrategia y el plan para ejecutar mi proyecto. Saber el “qué” y el “para qué” será la puerta de entrada a todo lo demás. A partir de ahí, podré determinar la estrategia y los recursos que voy a necesitar para llevarlo a cabo.
2. Tener clara la inversión que necesito
En segundo término, tengo que considerar los recursos económicos que requiero. El presupuesto que va a demandar hacer realidad eso que planeo. Y, una vez calculado, es posible, y sucede en la mayoría de los casos, no disponer de ese dinero. Entonces tendré que analizar una fuente de financiación. Un préstamo o un microcrédito suelen ser la salida más frecuente y recomendada.
3. Determinar los recursos humanos
Ahora, tengo que determinar los recursos humanos que necesito. Pensar con cuántas personas debo contar y qué capacidades deben tener. Cuáles van a ser las responsabilidades y roles que les voy a asignar dentro de mi proyecto. Las tareas que va a desarrollar cada una, de acuerdo con su formación y perfil. Es decir, tengo que formar mi equipo de trabajo.
4. Establecer un cronograma de tareas
Para lograr concretar mi proyecto, tengo que contemplar su proceso de ejecución, el paso a paso. Planificarlo, establecer etapas de trabajo y un cronograma de tareas. Segmentar mi proyecto y asignarle plazos y fechas límite para concretar cada actividad a desarrollar. Cuanto más clara y detallada sea la planificación del proyecto, mayores son las probabilidades de éxito.
5. Comunicar, monitorear y evaluar
La comunicación del avance del proyecto y del cumplimiento de las tareas y etapas es muy importante. Todos los involucrados deben saber qué está pasando con la planificación predeterminada. E igual de significativos son el monitoreo y la evaluación permanentes de mi proyecto. Así puedo percibir cómo está evolucionando y cuál es el rendimiento de mis recursos humanos y económicos.
También puedo saber si, efectivamente, voy a poder cumplir con los plazos establecidos. Y, por supuesto, detectar problemas a tiempo, porque es posible que sucedan imprevistos o situaciones que no tuve en cuenta al momento de proyectar. Para sortearlas, quizás deba realizar cambios, obtener más dinero o contratar más personal.
Desde ya es más fácil taparme de trabajo para pagar los gastos y no pensar en aquello que no tengo. Me evito el esfuerzo, esquivo el riesgo, mantengo la seguridad y anulo el miedo. Me alejo del abismo de la incertidumbre y me aferro al escenario de la estabilidad. Pero detrás de eso, está la frustración de no intentar, de no probar. De no saber qué hubiese pasado.
Nada ni nadie me garantiza el éxito. Pero intentar concretar un proyecto deseado, algo que siempre quise hacer, merece correr el riesgo a fracasar.