A la edad de 8 años, a Betzabé Lillo Orellana directora del Instituto Internaciona Montesori Canela, lo que más le llamaba la atención de su colegio era ver como los 45 niños y niñas que formaban parte de ese grupo, actuaban como una familia. «Admiraba mucho la capacidad de mi profesora (Elba González) para convocarnos, proponer y dejar que nos organizáramos. Siempre nos decía que cada uno de nosotros tenía mucho que aportar. Ella murió de cáncer cuando yo tenía 10 años. Ya en la adolescencia recuerdo un día en que me senté frente a un nuevo árbol que habían plantado en uno de los jardines de mi escuela. Yo tenía 14 y me quedé muchísimo rato observando sus nuevos brotes. Sentía que algo tenía que hacer para ser parte de aquellos cambios sociales que tanto se necesitaban, puesto que la inequidad a mi alrededor era palpable. Esa mañana de abril se resolvió mi dilema: ¿Trabajo Social o Educación? Entonces imaginé que si estudiaba Trabajo Social iba a ayudar a podar a ese árbol que era la vida, colaborando a mitigar tanto dolor, injusticia y desamparo; y si estudiaba Educación podría quizás aportar a nutrir la vida, desde sus raíces, en una edad donde aún existe de manera natural la alegría de vivir conectada con la capacidad de asombro tan propia de la infancia. Cerré los ojos y supe que quería ser ‘profe’. Y así fue como a los 17 entré a estudiar Pedagogía General Básica (Magisterio de Ed. Primaria). Mientras más me involucraba en grupos de investigación de mi facultad, más sentía que era el camino que quería recorrer», explica.
Por qué Montessori
«Recuerdo al primer grupo que acompañé, tenían entre 8 y 9 años, eran 47 niños y niñas que con su mirada me pedían algo más de lo que yo planificaba en mis programaciones» –explica. «Entonces habló con el equipo de dirección y les mostró la idea que tenía para trabajar con ellos: clases en las cuales se pudieran desplazar considerando como espacio de trabajo el interior del aula y también el patio y, sobre todo, organizar de otra forma los contenidos que debía pasar. Así, con la colaboración de las familias que iban cada tarde a ayudarme a crear materiales y propuestas, logramos inaugurar rincones en la clase (Lenguaje, Matemáticas, Ciencias, Historia-Geografía, Arte), de tal manera que la mayoría del tiempo que pasábamos juntos cada uno podía decidir con qué tema comenzar a trabajar». «Tener metas semanales y diversificar las propuestas, pero sobretodo abrir ese espacio de decidir, ayudó a crear un clima de confianza y de cariño que se mantiene con la mayoría de ellos hasta el día de hoy».
«He de decir –explica- que para que cualquier mirada o método educativo se lleve a cabo de buena manera lo principal es el trabajo personal que realice el adulto que acompaña esos procesos de vida de niños, niñas y jóvenes. El autoconocimiento nos permite abrir nuestra mente y nuestro corazón para poder comprender lo que sucede a nuestro alrededor. También creo que Montessori no es mejor que Waldorf, ni es mejor que Pikler y ni siquiera que es mejor que el trabajo por Proyectos o por Ambientes. Todas son diferentes, más a mí me identifica mucho su mirada de la vida, sus planteamientos antropológicos, su enorme capacidad para traspasar todas sus ideas a unos materiales manipulativos que permiten explicar contenidos tan complejos, y sobretodo me maravilla que la esencia de sus planteamientos (que ella denomina Pedagogía Científica) sea la Observación, que nos lleva una y otra vez al autoconocimiento», sostiene.
«Elegí dedicarme a profundizar en Montessori porque abre nuevas ventanas de reflexión y análisis donde he podido darme cuenta de lo que sucede en un entorno armonioso que busca el equilibrio entre todos los ámbitos de desarrollo del ser humano (Ambiente Preparado Físico y Psíquico). Me sorprende la manera en que ella realiza su trabajo de campo haciendo una inmersión a lo largo de los años en diferentes escuelas de todo el mundo a través de la observación científica y cómo logra plasmar en unos materiales concretos o manipulativos todos aquellos contenidos abstractos que se suelen enseñar en las escuelas utilizando sólo lápiz y papel. Podríamos decir que a lo largo de la historia de la educación del siglo XX, María Montessori es la única que ha logrado desarrollar su propuesta desde los 0 a los 24 años, dejando las bases incluso para el trabajo con adolescentes. Esa capacidad de proyectar las ideas y relacionarlas, me hace recordar a Claudio Naranjo».
Origen de Montessori Internacional Canela
Desde el año 2007, investigando en grupos de la universidad comenzaron a darse cuenta que había un antes y un después en el trabajo que realizó María Montessori en España en la época de la guerra civil española. «Constatamos que había un vacío y quisimos descubrir qué tan vigente podrían estar sus planteamientos en la comunidad científica. Por ello presentamos nuestros trabajos en diferentes Congresos Internacionales y Foros de Educación. Podríamos decir que esta fue la primera motivación que teníamos Marco Zagal y yo, que somos los fundadores».
«A partir de aquí comenzaron a llegarnos solicitudes no sólo de maestras sino que de familias, madres, padres, grupos de crianza para que les pudiésemos hacer pequeños cursos introductorios para hablar de estos temas ya que en España no había ningún curso de formación ni taller de fin de semana, ni escuela de verano Montessori en aquella época», reflexiona.
Actualmente se dedican a la investigación educativa, a la formación del profesorado en temas de Desarrollo Humano, Neurociencia y Educación Montessori a través de su Postgrado Universitario de Guías Montessori, del programa de formación de Co-Guías Montessori y cursos diseñados a medida para cada equipo de maestras y familias. Asesoran en la creación de nuevas escuelas y también ayudan en la transformación de los proyectos educativos que quieren incorporar elementos de Montessori en su qué hacer cotidiano.
¿Qué se necesita hacer para ser maestro Montessori?
Por el año 2011 «nos comenzamos a plantear que había que dar un paso más. De esta forma fuimos consolidando ciertos procesos y pudimos crear la Primera Formación Universitaria de Guías Montessori de 0-6 y de 6-12 años en España. Fuimos pioneros en dirigir y dar esta formación junto con nuestro equipo de formadoras internacionales que continúan hasta hoy trabajando en Montessori Canela», sostiene.
Indistintamente de la riqueza metodológica que tiene la Educación Montessori y, sobre todo la profundidad del trabajo Filosófico y de Observación del niño, hay una parte espiritual y otra humana que trasciende y va muchísimo más allá de lo que se conoce como “Método Montessori, y es ahí donde nosotros somos pioneros en relacionar dicha Educación desde una mirada de la transformación del ser humano tal y como lo propone María Montessori cuando señala que la educación debe estar centrada en la vida, y no se puede reducir al uso de unos determinados materiales».
«Hemos logrado en estos diez años un equilibrio entre la rigurosidad científica del Método Montessori con el Desarrollo Humano gracias a nuestro equipo de formadores con reconocimiento internacional y al estar en permanente investigación-acción sobre las diferentes realidades educativas».
Para ser maestro Montessori se requieren las ganas de serlo y el conocimiento necesario para lograr comprender a través de las propias vivencias lo que ella ha planteado.
Lo que las escuelas españolas deberían aplicar de Montessori
«Con la experiencia acumulada en estos últimos diez años, trabajando con escuelas públicas, concertadas y privadas en España y América Latina, podemos constatar la necesidad de Humanizar la escuela de tal manera de centrar el aprendizaje escolar en las necesidades que tienen niños y niñas por explorar el mundo antes que imponer arbitrariamente un contenido. No existe ningún método (ni siquiera Montessori) que funcione bien sin incorporar la dimensión humana en la vida cotidiana del aula».
En el caso de los adultos (profesores, madres, padres) «vemos el alto nivel de estrés en el que se desenvuelven». «Identificamos a muchos profesores que les cuesta levantarse para ir a sus trabajos o llegan a sus escuelas desesperanzados. En esta dinámica, el contenido curricular se transforma en una especie de escudo en la interacción profesor-alumno centrándose en un intercambio de información. Lo interesante es que también en las mismas condiciones desfavorables de trabajo hemos observado a profesores que llenan de vida, de alegría esos espacios, miran a los niños, los nombran por su nombre, comienzan el día preguntando a cada uno cómo está, establecen contacto visual. Creemos que lo que marca la diferencia entre unos y otros profesores en un mismo contexto, o incluso en contextos opuestos, tiene que ver con el Desarrollo de Competencias Sociales por parte del adulto, un camino de autoconocimiento que es esencial iniciar para acompañar los procesos de vida de niñas, niños y jóvenes. Es uno de los elementos de la educación Montessori que se ha de transferir a las escuelas», explica.
«Los profesores –añade- requieren herramientas que les permitan gestionar su propio estrés, ser tolerantes a la dificultad y a la frustración. La observación es otro elemento que debería incorporarse en las escuelas como una herramienta esencial de todo el diseño curricular y acompañamiento del proceso de aprendizaje de cada niño y niña que sin duda serían un aporte en la vida profesional y personal del profesorado».