La realidad del ciberacoso

Hace algunos días ya os hablé del acoso escolar, donde insistía en que todos teníamos que hacer frente a ello, “es mejor prevenir que curar”, y al mínimo indicio hay que actuar.

Fuente: online.ucv.es
Fuente: online.ucv.es

Pues bien, hoy os traigo un cortometraje de ficción llamado “X nada”, basado en hecho reales, que aunque tal vez la situación que refleja sea extrema, si se puede extrapolar a situaciones más cotidianas como collejas, insultos, vejaciones,..
Niños que han crecido convencidos de que son merecedores de todo tipo de privilegios a cambio de nada, y en cuanto las cosas no salen como ellos esperan, sacan a relucir su lado tiránico, y sus padres simplemente se lo toman como chiquilladas.

En concreto, en este cortometraje se nos presenta a unos alumnos de un colegio, la pandilla de Roi, aburridos y consentidos, resultado de una educación permisiva y sobreprotectora, que produce tanto daño como el autoritarismo, en nuestra juventud.

Asimismo, aborda también el tema de la violencia, de su práctica y de su publicación a través de Internet, es decir, el llamado ciberacoso. 

Y por último finaliza con una gran frase, “para ser respetado, hay que respetar”.

Se hace referencia a las medianamente nuevas formas de acoso y violencia escolar vinculadas a las nuevas tecnologías. La masiva utilización de teléfonos móviles y redes sociales, por parte de los jóvenes convierte estos medios de comunicación en una peligrosa arma.

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Estos hechos constituyen señales de alarma que advierten que algo no funciona. La violencia constituye el síntoma, la consecuencia, el resultado de un proceso formativo fallido donde, lo más preocupante no es la conducta agresiva en sí, sino las circunstancias que provocan su aparición. La violencia no aparece de un día para otro, sino que se va gestando con el tiempo, y eso es lo que hay que evitar.

Hay que erradicar esa sensación de impunidad, de estar por encima del bien del mal, esa falta absoluta de empatía, ese egocentrismo radical propio de los violentos, característico de aquellos carentes de argumentos.

Para ello, hay que encontrar un término medio entre la sobreprotección y el abandono de nuestros hijos y de nuestros alumnos.

Ya que como diría Aristóteles, “la virtud está en el punto medio entre dos extremos viciosos”.