Jimmy el ciempiés, vivía cerca de un hormiguero. Su gran afición era bailar y tenía unas patitas ágiles como las plumas. Le encantaba subirse encima de los hormigueros y empezar a taconear.Jimmy cantaba: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor!.
Era muy molesto oír tantos pies, retumbando y retumbando sobre el techo del hormiguero y las hormigas asustadas salían para ver lo que ocurría.
El ciempiés seguía cantando: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor!.
– ¡Otra vez Jimmy!- decía la hormiga jefe.
– ¡No podemos trabajar, ni dormir!.
– ¡No puedes irte a otro sitio a bailar!.
La hormiga jefe ordenó a su tropa de hormigas que llevaran a Jimmy a otro lugar.
– ¡No, hormiga jefe!.
– ¡Ya me voy! -dijo Jimmy, y se acercó a la casa del señor topo. Se puso al lado de la topera y vuelta a taconear.
Seguía con su canción: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor!.
El señor topo enfadado, salió y le dijo:
– ¡Jimmy, estoy ciego pero no sordo! ¿No puedes ir a otro sitio a bailar?.
Jimmy estaba un poco triste, porque en todas partes molestaba. Así que cogió sus maletas y se marchó buscando otro sitio. Empezó a caminar y caminar, hasta que estaba tan cansado que no tuvo más remedio que descansar y se quedó dormido bajo un árbol. Cuando despertó al día siguiente estaba en un campo lleno de flores, no sabía como había llegado allí pero le gustaba mucho.
– ¡Este será mi nuevo hogar! – dijo el ciempiés.
Tanto se entusiasmo Jimmy, que no se dio cuenta que un gran cuervo estaba justo encima de él, en el árbol. Jimmy se puso a taconear con tanta alegría que llamó la atención del cuervo, este se inclinó y lo vio taconeando y se lanzó hacia el con gran rapidez. ¡Pobre Jimmy! El cuerpo abrió su boca y cogió al ciempiés con la intención de darse después un buen festín. Y Jimmy gritaba:
– ¡Socorro, socorro!.
Un cazador, que andaba por allí, observo, al cuervo volando. Como creía que daban mala suerte lanzó un disparo al aire para sustarlo, y el pájaro se asustó y soltó a Jimmy que se dió un gran batacazo al caer al suelo. Cuando se recuperó de su caido se alegró mucho de estar vivo y aprendió la lección; aprendió a ser más responsable, a respetar a los demás y a fijarse bien dónde se ponía a bailar. Buscó un lugar seguro y allí danzaba y bailaba, seguro de que no estaba amenazado y de que no molestaría a nadie.
Fin