Educación sin pataleo

Ante la cumplida y no menos rendida pleitesía de los estados a los requerimientos de los mercados gobernantes que desde la sombra dirigen los designios del mundo, no pasa desapercibido para impotencia de una silenciosa, pasiva y resignada sociedad rumbo a la involución, el desmantelamiento de los recursos públicos en favor de la privatización de las soberanías que sin remedio ven disminuir tras siglos de lágrimas, sudor y sangre, sus derechos adquiridos y no favores como algunos en el colmo de la desfachatez pretenden hacernos creer.

 

Fuente: Ana Rey
Fuente: Ana Rey

Sanidad y pensiones, son materias a la baja tras convertir enfermedad y vejez en negocio para la todopoderosa industria farmacéutica y las aseguradoras, que en tiempos de una mal denominada crisis por el engaño consabido, han aumentado indecentemente y de manera exponencial sus ingresos a costa de la salud colectiva.

Y si este repugnante ejemplo por su gravedad clama al cielo, mayor debiera ser el grito de una sigilosa sociedad cuyo retroceso sociocultural, crece en la misma proporción que disminuye el sacro derecho a la educación entre las jóvenes generaciones, cuyo resultado no será otro que una futura sociedad compuesta por un inmenso conjunto de ignorantes carentes de conocimiento más fácilmente controlables y por tanto gobernables, más aún cuando la sociedad del mañana no habrá conocido otra cosa que no haya salido de una televisión o videoconsola. Y así, el porvenir sociocultural no puede resultar demasiado halagüeño.

Fuente: dvdgmz
Fuente: dvdgmz

Es muy sencillo de entender:

Soterrar el ayer, en modo alguno podrá hacer prosperar adecuadamente a la sociedad del mañana que hoy olvida sus orígenes, menos aún cuando esta negligencia tiende a la repetición de errores históricos que acontecidos en diferentes épocas y bajo diferentes circunstancias, en esencia «causa/efecto» siempre son iguales. De esta forma negar los anales del tiempo mermando el derecho a la educación, propicia el renuncio del conocimiento que posibilite el sagrado derecho a pensar con propiedad para progresar conforme al intelecto que nos diferencia de las bestias, pues sin el pensamiento adecuado, la masa social carecerá de sólidos argumentos capaces de luchar contra el nuevo orden internacional cuya única meta es instaurar un gobierno, economía y pensamiento únicos, bajo la detestable globalización que sin duda arrasará infinito número de idiosincrasias para desgracia de los pueblos despojados de sus culturas, raíces, tradiciones, costumbres y folclore sentenciados a la desaparición, borrando así el multiculturalismo que a todos nos permita vivir con esperanza y no sobrevivir a lomos de la más ingrata incertidumbre.

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No extraña pues que ante la creciente falta de educación, los valores éticos entren en clavo declive para una hipócrita ciudadanía que tras una cortina de burdo entretenimiento e insano divertimento, abraza la necedad para vivir de espaldas a la realidad, incapaz de reaccionar con la fuerza colectiva que impulse la solución a la debacle intelectual que se avecina, sin aceptar que ésta se encuentra frente a las narices sociales.

Fuente: Ana Rey
Fuente: Ana Rey

Y si bien es cierto que son muchas las voces críticas, no lo es menos que caminen divididas, y así, la fuerza necesaria que obligue a gobiernos e instituciones a escuchar será imposible. De esta forma resulta tan sencillo comprender que en realidad no son los gobiernos, como tampoco los mercados ni siquiera los detestables planes oligarcas los que quitan tales derechos, sino el pueblo que en el colmo de la estupidez, abdica sobre bandeja de plata el gigantesco esfuerzo que nuestros ancestros hicieron durante siglos por tener lo que hasta no hace tanto tiempo podíamos gozar para use y disfrute de una libertad de pensamiento que hoy se encuentra en clara decadencia.

Y así nos va, pues ciegos, mudos y sordos, fundamentales cualidades de la ignorancia, recibimos lo que por individualismo merecemos, invalidando el pataleo como constitucional derecho democrático para gozo de aquellos a quienes no conviene un eco social cada vez más despreciado.