«Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere=mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es» Erich Fromm
Si mecionamos la palabra «respeto», seguramente se nos viene a la mente una gran cantidad de situaciones en las que este valor interviene.
Ya desde pequeños aprendemos que debemos respetarnos a nosotros mismos, a nuestros padres, a nuestros amigos, maestros, las normas que regulan la vida en sociedad y a la naturaleza, entre otras cosas.
Nuestra vida social se basa principalmente en el ejercicios correcto de este y, por ello, constituye uno de los elementos fundamentales en la formación de la personalidad, mientras que asegura una convivencia armónica y éxitosa.
Los adultos y, sobre todo, los maestros utilizamos muy frecuentemente la palabra respeto. Pero, ¿qué significa en realidad? Si la buscamos en el diccionario, encontraremos que, por una parte, hace referencia a la veneración y acatamiento que se hace a alguien y, por otra, a una demostración de interés y consideración. En ambas acepciones tiene que ver con valorar al otro, reconocer sus derechos y esforzarse por no perjudicarlo con nuestras acciones.
Muchas veces creemos que los alumnos de Primer Ciclo entienden lo que el respeto significa y les pedimos que respeten a los adultos, a sus compañeros, los turnos para hablar, las normas del aula y de la escuela en general; sin embargo, muchas veces, y a juzgar por sus conductas, nos damos cuenta de que no es así, y que este valor, al igual que los otros, debe ser enseñado, para que luego los niños puedan ejercerlo de una manera natural y espontánea.
Que los niños sean respetuosos deber ser, entonces, uno de los objetivos de la educación, y la familia tienen que trabajar junto con la escuela para que así sea.
Vía: Revista: «Maestra de Primaria nº 48»