Hace mucho tiempo, en el siglo XV, las personas creían que la Tierra era como un disco achatado, sostenido por inmensas tortugas y que en el horizonte se encontraba el fin del mundo, siendo un lugar habitado por malvados monstruos y horribles criaturas marinas que se alimentaban de las naves y sus tripulaciones.
Esta leyenda aterrorizaba a muchos marineros que se negaban a realizar viajes largos o a navegar por rutas desconocidad, aunque ya disponían de dos inventos muy importantes: la brújula, que los ayudaba a orientarse y el astrolabio, un objeto que les permitía conocer cuál era la situación del barco en la inmensidad del mar.
Por suerte nadie tenía necesidad de irse muy lejos. Generalmente los viajes tenían como destino a los Pueblos de Oriente, donde conseguían otro, piedras preciosas y algunas especias y para llegar hasta allí, solo teníam que cruzar el mar Mediterráneo porque el resto del caminio podían realizarlo por tierra.
Un día los europeos se encontraron con que los turcos habían conquistado muchos de esos lugares que ellos recorrían y que ahora les impedían el paso, oacasionándoles un verdadero problema. Ellos necesitaban esos productos pero ahora tendrían que buscar otra forma para poder llegar hastas el país donde los comproban.
Cristóbal Colón, un navegantes genovés, que a diferencia de otros creía que la Tierra era redonda y que no le temía a los monstruos, tenía un plan, desafiar a los océanos para buscar en el mar una ruta más corta y así llegar hasta Oriente.
Los reyes de España, que ya lo conocían, decidieron brindarle su apoyo y la ayuda necesaria para que pudiera realizarlo.
Con una tripulación de 120 hombres, entre ellos los hermanos Pinzón, partió con sus tres embarcacione, La Pinta, La Niña y La Santa María, desde el Puerto de Palos, el 3 de agosto de 1492.
El viaje fue una verdadera y peligrosa aventura, que terminó el 12 de octubre cuando el marinero Rodrigo de Triana gritó: «¡Tierra! ¡Veo Tierra en el horizonte!
Colón creía que su plan había sido un éxito, que allí estaban las Indias, sin embargo había descubierto un Nuevo Continente, había llegado a América.
Vía: «Revista Maestra de Primaria nº41»