Hace unos meses la ciudad de Barcelona, a través de su Ayuntamiento, se posicionó en contra de la aparición de la Ciudad Condal y sus calles en un videojuego violento. Dicho videojuego se llama The Wheelman y pertenece a la factoría norteamericana Midway. En el juego, que se pondrá a la venta en otoño, su protagonista, Vin Diesel, forma parte de un grupo mafioso y es perseguido por coches de la policía nacional por las calles de Barcelona, según adelanta la promoción del producto en Internet.
Desde el consistorio consideraban que los valores que ofrece el videojuego son «contrarios» a la ciudad, según palabras de la concejal de Educación, Montserrat Ballarín. Incluso llegaron a plantearse emprender medidas legales para retirar del mercado el videojuego. Finalmente, y tras unos meses de deliberación y condiseración de los hechos, los servicios jurídicos del Ayuntamiento no creen que exista una base legal que permita emprender medidas judiciales para impedir que el juego salga al mercado.
Aunque han analizado detenidamente todos los aspectos por los que podrían actuar legalmente, como la representación de la fuerzas de seguridad o los derechos de imagen, los resultado han sido los mimos. No hay ninguna acción que se puedan empreder para evitar su venta y distribución. Además tienen la desventaja que al no estar publicado no saben el contenido total y exacto. La concejal ha explicado que no se pueden reclamar daños a la imagen a Barcelona porque las ciudades no tienen reconocido ese derecho y con la legislación actual hay poca capacidad de maniobra porque «en asuntos de la recreación virtual el Código Civil va por detrás de la realidad social, ha declarado Ballarín.
Ha recaldado que su intención no era ser represores ni moralista, pero sí precavidos a la hora de evitar daños contra la imagen de la ciudad. Por su parte, los creadores de la historia escogieron Barcelona por ser «ideal» para el desarrollo de la historia, por su tipo de tráfico y la estructura de sus calles.
¿De verdad la historia es para tanto? ¿Debemos preocuparnos por el hecho de que una ciudad aparezca como fondo de un videojuego cuando lo que de verdad preocupa es la violencia que se expone en én y que los niños ven a diario?.
Vía: El País