Cada vez somos más los que apostamos por la integración de la educación emocional en los centros. Sabemos que no se ha prestado la atención necesaria ni la atención adecuada al manejo de las emociones y su importancia en los individuos.
Las escuelas han sido hasta hace bien poco, un lugar donde se aprendían materias, pero que se hacía caso omiso a las relaciones personales y los conflictos internos de los alumnos.
En los centros escolares se establecen relaciones de diferentes tipos y con diferentes finalidades, algunas de ellas controladas y otras no. La diversidad que habita dentro de un aula hace compleja la solución de muchos problemas, ya que se ven inmiscuidas las relaciones de grupo, las relaciones personales y los conflictos internos.
Las bondades de la educación emocional
Sin lugar a dudas, podríamos beneficiarnos de todas las ventajas que nos ofrecería una buena educación emocional en el aula. En estas líneas, aparecen algunas de ellas:
Ayuda a entendernos a nosotros mismos: no nos cabe duda de que el autoconocimiento nos ahorraría muchos problemas. Aceptar nuestras emociones también nos ayuda a corregir los malos hábitos y a aplicar las mejores soluciones para nuestro bienestar.
Ayuda a entender a otras personas: la empatía es básica para relacionarnos con el prójimo y establecer relaciones de calidad. Está demostrado que las personas que son capaces de conectar con su entorno social tienen más probabilidades de éxito. Por lo tanto, es una habilidad que todos deberíamos aprender.
Ayuda a tomar decisiones más acertadas: conociéndonos mejor también sabremos qué nos conviene y cuáles son las claves para nuestra felicidad así como el camino que más se ajusta a nuestra personalidad.
Ayuda a solucionar problemas: muchas veces el problema más común es la falta de entendimiento entre personas o también, las propias indecisiones. Con una buena educación emocional sabremos buscar un bien común así como decidir sobre nuestro futuro.
Ayuda a combatir el bullying: el acoso escolar es un tema de salud pública aunque pueda parecer algo que sólo quede restringido al centro. La familia, el resto de alumnos, el profesorado, y toda la comunidad escolar están implicados. Los alumnos crecen y finalmente, son los adultos con los que convivimos diariamente en nuestras calles y puestos de trabajo. La educación emocional es nuestra gran aliada para guiar a los alumnos a la aceptación, a la concordia y sobre todo, a formar un grupo cohesionado.
Ayuda en la convivencia en el aula, en la familia y en la sociedad: La educación emocional nos ayuda a entender y a aceptar. Nos enseña a poder seguir adelante con la realidad como es no como nos gustaría que fuera.
Completa la formación sobre el ser humano: Tal y como reza el título No nos olvidemos de sentir. Aprender es necesario, la salud física es importante y la salud emocional nos hará vivir una vida más plena evitando conflictos internos y externos ya que establece relaciones más sanas.
¿Cómo podemos llevar la educación emocional al aula?
Los primeros pasos hacia la integración este tipo de ejercicios en el aula, son difíciles: muchos alumnos sienten vergüenza y el grupo no está lo suficientemente unido para sentirse libre para hablar de los problemas que ocurren.
La formación del profesorado es clave y el tiempo de dedicación debe ser fijo y amplio para estas metodologías tan innovadoras. Trabajar con las emociones sin creer en los beneficios y la efectividad de las mismas es tarea perdida, así que debemos asegurarnos que el profesor que las lleva a cabo trabaja firmemente en ellas. El grupo y las edades influyen en el correcto funcionamiento y la consecución de los objetivos; con algunas clases el proceso será más lento y con otras veremos los resultados de forma más clara. Los grupos conflictivos son los más necesitados de estas nuevas metodologías; sin embargo, son también los más dificultosos en las que llevar a cabo estas tareas.
La educación emocional debería empezar a ser llevada a la práctica desde la educación infantil, donde los niños aprenden a relacionarse con su entorno, seguir en primaria y finalizar en secundaria, donde se haría más hincapié por la cantidad de conflictos y cambios que ocurren. Aún así, la educación emocional es algo que no debemos dejar de aprender por nuestro propio bienestar.
Por lo tanto:
- Aumento de horas para trabajar la educación emocional con el grupo
- Competencia y creencia del profesorado en la materia.
- Implicación de la comunidad escolar.
- Creación del sentimiento de grupo.
- Tutorías individualizadas.
Autora: Aida.G.Monllor (@enlaeducacion)