En el aniversario queremos recordar un poema de Carmen Gil escrito sobre Juan Ramón Jiménez para los niños pequeños, para que ellos también lo aprendan a conocer o al menos sepan de la existencia de este gran poeta español.
Nació una noche muy fría
en Moguer, pueblo de cal,
lleno de luz y alegría,
con el aire oliendo a sal.
Jugaba con poca gana.
Aislado y meditabundo,
por las puertas y ventanas
se asomaba a ver el mundo.
«Mi príncipe», lo llamaba
su madre con voz melosa
y a Juanito le volaba
por dentro una mariposa.
Enfermizo y delicado,
Juan Ramón con su maleta
se marchó a ser abogado,
y se convirtió en poeta.
El poeta Juan Ramón,
el mago de las palabras
que te llega al corazón
con solo un abracadabra.
Era ya escritor notorio,
pero de frágil salud:
de médico en sanatorio
se pasó la juventud.
Se paseaba a menudo
a lomos de su Platero,
que era un burro muy peludo,
por un estrecho sendero.
Se enamoró de Zenobia,
la persiguió noche y día,
logró que fuese su novia,
su equilibrio y su alegría.
Dieron refugio y hogar
a huérfanos de la guerra
y tuvieron que emigrar
a otro lado de la Tierra.
Recibió un premio excelente,
el de grandes escritores,
por regalar a la gente
sus palabras de colores.
El escritor andaluz,
hasta el fin de su andadura,
repartió versos de luz,
y puñados de hermosura.
Carmen Gil