Aprovechando la reciente celebración del Día Internacional del Libro, en toda España se está realizando diferentes actividades para fomentar la lectura entre los más pequeños, y también entre los adultos. Aprovechando esta situación, desde Acierto han querido mostrarnos los beneficios que tiene la lectura sobre la salud de los más pequeños.
Los beneficios de la lectura en los niños
Aquellos niños que suelen leer, resultan ser más seguros y sociable, ya que tienen más facilidad para expresarse. Esto es debido a que gracias a las páginas de los libros, se han dado cuenta que hay otras realidades distintas a las que le rodean.
A través de los personajes, de analizar sus motivaciones, su situación familiar, clase social, etcétera, se aprende a ser más tolerante. Al mismo tiempo, incide positivamente en la habilidades comunicativas del niño, enriqueciendo su vocabulario y provocando que su lenguaje sea más fluido. Asimismo, la lectura estimula la imaginación, el ingenio y la creatividad.
La memoria es otro de los factores que se mejora con la lectura, más aún si se trata de poesía. Escritores como Gloria Fuertes dejaron un gran legado para aficionar a los más pequeños a la poesía.
Leer también le ayudará a desarrollar su personalidad, algo que tiene que ver con los cientos de personajes que conocerá en las páginas.
La mejora de la compresión lectora es otro punto a favor, ya que se trata de uno de los grandes males a los que se enfrentan muchos escolares.
Cómo conseguir que mi hijo lea (o lea más)
Analizadas sus ventajas, viene la parte práctica: conseguir que nuestro hijo lea. Un punto en el que el hábito y el ejemplo resultan fundamentales. Es decir, si nosotros leemos y le transmitimos la pasión por la lectura, es más probable que nuestro pequeño relacione la lectura con algo positivo. Una excelente manera es empezar leyendo con él cada noche. E invertir los papeles cuando sea un poco más mayor.
Cuanto más pronto empecemos, mejor. También puedes probar con el diario, no es necesario que sea un cuento infantil, sino que se trata de compartir con él y de incluir en la rutina el hábito como algo natural. Puedes probar a ver las películas en versión original subtitulada -en algunos países nórdicos la televisión está en inglés y los niños aprenden a leer antes para comprender los programas-.
Hay que saber que el momento de los 8 a los 15 años es crucial. Algunos niños acaban abandonando el hábito en favor de otros estímulos, principalmente porque perciben los libros “para su edad” como simplones. Evita vetar libros por esta franja, lo cierto es que difícilmente un libro juvenil contendrá altas dosis de violencia o sexo. Además, los niños preadolescentes que crean vínculos emocionales con los libros tendrán más posibilidades de ser unos adultos lectores. El papel de la escuela en este contexto es muy importante también.
Otra alternativa interesante es la de regalarle un libro personalizado en el que tu peque sea el protagonista de la historia. Desde hace años existen páginas especializadas y librerías en las que, por encargo, tenemos esta opción a precios asequibles. Los libros interactivos, que mezclan recursos también ofrecen múltiples posibilidades, aunque lo más recomendable es empezar por el soporte físico tradicional.
La lectura, una cuestión de salud
Más allá de los niños, la lectura conlleva otros múltiples beneficios a todas las edades. Para empezar, atenúa el estrés y la ansiedad -leer 6 minutos sin distracciones ayuda a reducir el estrés hasta un 60%-. Durante la lectura relajamos los músculos y se reduce nuestro ritmo cardiaco. Sus beneficios son similares a los que se obtienen de la meditación, y existen motivos para pensar que resulta más eficaz que escuchar música o salir a dar un paseo tranquilo.
Otro punto positivo es que favorece el descanso, sobre todo si lo incluimos en nuestro ritual de ir a la cama. ¿El motivo? Que nos permite desconectar de nuestros quehaceres y preocupaciones diarias; y conciliar el sueño más fácilmente. Lo que hace es reducir las posibilidades de que nuestro cerebro continúe activo dándole vueltas a distintos asuntos.
E incluso son útiles para procesar determinadas experiencias, básicamente porque proporcionan a las personas más información sobre algo que han pasado. Por ejemplo, un libro sobre una mala relación podría ayudar a evidenciar una situación de este tipo. Cuando leemos se activan regiones cerebrales que llevan a cabo procesos a partir de los acontecimientos de la narración y que pueden evocarnos confrontaciones y experiencias personales.
Por desgracia y a pesar de todos estos beneficios, casi el 33% de los españoles admite que no lee nunca o casi nunca. La cifra, eso sí, ha caído en casi un 10% durante el último año. Es decir, que el hábito de lectura ha aumentado. Entre las excusas más habituales esgrimidas por los no lectores encontramos la escasez de tiempo y la falta de gusto por la lectura.