Llorar no es de débiles: por qué es bueno que tus hijos te vean llorar

Durante mucho tiempo, numerosos adultos han crecido pensando que llorar era algo que debía evitarse, especialmente frente a sus hijos. Expresiones como “no quiero que me vean mal” o “tengo que mantenerme fuerte por ellos” muestran una creencia arraigada que vincula el llanto con la fragilidad.

Transformar estas ideas es el pilar de “La Revolución de los llorones”, una iniciativa promovida por IMC Toys que busca romper los estigmas asociados al llanto y reivindicar la vulnerabilidad emocional como un aspecto natural del crecimiento, tanto en la infancia como en la edad adulta.

Como señala Conchita Sisí, psicóloga y directora de la clínica Salud en Mente, cuando “mamá o papá lloran”, los niños aprenden sobre humanidad. Además, insiste en que el llanto es una expresión saludable, necesaria y profundamente humana.

Hay que permitirse llorar: la necesidad de la regulación emocional

El llanto ayuda a liberar tensión, expresar tristeza y, sobre todo, a conectar con lo que sentimos. Cuando los padres se permiten llorar, facilitan que sus hijos aprendan por aprendizaje vicario; observando cómo otros gestionan sus emociones, integran esa información sin necesidad de experimentarla directamente. De esta forma, aprenden que sentir emociones negativas es normal y que pueden hacerlo en un espacio seguro.

“Permitir que los hijos vean una emoción real, sin esconderse, acompañada de calma y contención, les enseña a vivir las suyas con naturalidad”, declara la psicóloga, quien además afirma que este tema es muy recurrente en su consulta.

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Aceptar las emociones

Mostrar las propias emociones de manera serena y honesta no desestabiliza a los niños; al contrario, les da seguridad. “El mensaje no es `mamá o papá está mal´ sino `mamá o papá también pueden estar tristes´”, añade Conchita Sisí.  De esta manera, los hijos aprenden a reconocer y aceptar sus propias emociones fomentando la empatía y mejorando la regulación emocional.

¿Por qué una Revolución de los Llorones?

Se trata de una iniciativa que invita a abrazar las emociones sin miedo ni culpa, reivindicando que llorar también es una forma de comunicación y fortaleza. A través de mensajes positivos y la colaboración de expertos, la campaña anima a las familias a educar desde la empatía y la autenticidad, recordando que permitirnos sentir es el primer paso para enseñar a nuestros hijos a hacerlo.

No obstante, es importante señalar que no se trata de convertir a los hijos en confidentes emocionales. El límite está en la función de la conducta. Compartir emociones es adecuado cuando refleja humanidad, pero nunca cuando el niño debe asumir la carga del adulto. Acompañar estos momentos con palabras como “Estoy triste, pero estoy gestionando mis emociones”, enseña a los hijos que las emociones son seguras y que se pueden experimentar a cualquier edad y en cualquier momento.