Este es un cuento que creé hace muchos años, tantos que ya es como de la familia. Espero que os guste mi cuento de Los pendientes de Xania.
En la casa de Xania las noches de invierno el viento silva entre las paredes de chapa.
La casa de Xania se llama chabola, pero Xania la llama “nuestra casita”: de Yudú, de Xania, de mamá, y antes… de papá.
La casa de Xania siempre ha sido pobre. Pero había estado llena de risa, de besos y de flores en la ventana.
A la mamá de Xania le encantaban las flores: azules y blancas,… pero desde que papá se fue, mamá esta fuera todo el día trabajando, y las flores se han secado,… y mamá también.
Cuando Xania se levanta mamá ya se ha ido. Así que ella prepara el desayuno, viste a Yudú y lo coge muy fuerte de la mano hasta qué, atravesando la autopista, entran en el patio de la escuela. Entonces le da un beso en la fuente y le dice al oído “se bueno”, como siempre había hecho la mamá de Xania.
Al llegar a casa Xania tiene muchas cosas que hacer: fregar, planchar,… Después de acostar a Yudú, ella se sienta frente a los libros de la escuela y espera a mamá. Aunque, casi siempre, se queda dormida antes de que llegue.
En la clase de Xania hoy han hablado del día de la Madre. La fecha está próxima y el maestro ha propuesto que elaboren un regalo para sus madre con miga de pan. Han estado viendo unos libros para darse ideas, es un trabajo delicado pero muy bello.
Los ojos de Xania han quedado fijos en una fotografía: son unos pendientes llenos de flores, azules y blancas; de suaves y aterciopelados pétalos, rodeados de verdes y tiernas hojitas. Son unos pendientes alegres y coloridos, como los que antes usaba la mamá de Xania, como las flores de la ventana,… y a Xania le traen ecos de risas y juegos.
Ahora Xania todas las noches, después de acostar a Yudú, amasa pan entre sus deditos morenos, dándole la forma de delicados pétalos y tiernas hojitas.
Así aguanta sin dormirse hasta que oye llegar a mamá. Entonces esconde su amoroso secreto en unas hojas de periódico viejo, pone un plato caliente en la mesa, y observa a su madre mietras ésta cena. Busca en su rostro algún signo de alegría,… o de tristeza, de amor… o de odio. La mirada de la mamá de Xania está vacía, como la de una máscara. Xania preferiría que la regañara, que la gritara,… cualquier cosa antes que nada.
Xania se acuesta con el corazón frío y se calienta al calor de la ilusión de ese día, que cada vez está mas cerca. Entrecerrando un poco los ojos Xania puede ver como su madre desenvuelve el regalo, coge los pendientes con cara de asombro y se los pone mientras se dibuja en sus labios, poco a poco, una sonrisa. Xania casi puede sentir en su mejilla el beso de su madre, dulce como un caramelo,… ¡Hace tanto tiempo del último!
Es el Día de la Madre y Xania casi no cabe en sí de puro gozo. Los pendientes están acabados. Pintado cada pétalo azul y blanco, verde cada hojita, y pegado todo cuidadosamente para formar cada, cada ramillete. Los pendientes lucen alegres, bellos y delicados,… como antes la mamá de Xania.
Xania ha tenido que acostar a Yudú. El pobre es muy pequeño y ha acabado dormido debajo de una silla. Mamá tarda más que nunca, pero Xania no piensa acostarse.
Por fin suenan los ansiados pasos y Xania pone un plato caliente en la mesa… Temblando de emoción Xania se acerca y pone en manos de su madre su preciado obsequio. “¡Felicidades mama!” va a decir… pero se le quedan las palabras heladas en su boca.
La mamá de Xania, sin ni tan siquiera mirarlo… ¡tira contra el suelo el paquete y empieza a despotricar contra todo! …Pero se interrumpe al ver a Xania pertificada ante ella, mientras de sus ojos resbalan lágrimas y lágrimas.
Mamá se agacha y recoge el regalo. Pero… los pendientes están hechos añicos y los trocitos blancos, azules y verdes escurren entre sus dedos donde solo quedan, desnudos, los engarces de metal.
La madre de Xaia coge la cara de la niña entre sus manos, y, como una lluvia milagrosa, dos lágrimas asoman a sus ojos resecos… caen sobre la cara de Xania, sobre las manos de mamá,… y van a quedar prendidas, como dos gotas de mágico cristal, en los engarces de los destrozados pendientes.
Las lágrimas se tornan besos, y los besos vuelcan en sonrisas y estas en risas locas. La madre de Xania se coloca los pendientes de lágrima de crista, hechos de hechizo de amor de hija.
Mamá y Xania despiertan a Yudú, y cogidos de las manos, cantan y bailan hasta saludar al Sol.
Esta mañana en la casita de Xania hay tres sonrisas dormidas; dos maravillosos pendientes de cristal reflejan la luz en tonos blancos azules,… y en la maceta olvidada en la ventana de la chabola rebrota un tierno tallito verde.
fuente: wochi