Suecia, que hasta hace poco era considerada un referente en la digitalización de la educación, ha comenzado un proceso para reducir el uso de pantallas en sus aulas. Esta decisión, impulsada por el gobierno sueco, marca un cambio de rumbo en la estrategia de enseñanza que hasta ahora había fomentado el uso de herramientas digitales en el sistema educativo.
Un cambio de política educativa
El giro en la política sueca comenzó en mayo de 2022, cuando la ministra de Educación, Lotta Edholm, anunció la modificación de la estrategia de la Agencia Nacional de Educación. La nueva directiva elimina la obligatoriedad del uso de pantallas en la educación preescolar y busca limitar el uso de dispositivos digitales en los primeros años de escolaridad. Según Edholm, el objetivo es reducir la dependencia de las pantallas y reintroducir los libros de texto en las aulas, especialmente para los niños menores de seis años.
Un cambio millonario
Este cambio no es una medida sin coste. Para llevar a cabo esta transición, el gobierno sueco ha destinado 1.685 millones de coronas suecas, aproximadamente 150 millones de euros. Los primeros 60 millones de euros se invertirán este año, mientras que los 90 millones restantes se distribuirán entre 2024 y 2025. Esta financiación tiene como fin restablecer el uso de los libros de texto en las aulas y dotar a cada alumno de los recursos necesarios para seguir el plan de estudios sin depender de dispositivos electrónicos.
La comprensión lectora en declive
Uno de los principales argumentos del gobierno sueco para reducir el uso de pantallas es el deterioro en la comprensión lectora de los estudiantes. En los últimos años, Suecia ha experimentado una caída en los resultados del Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS). Según algunos expertos, la lectura en dispositivos digitales afecta la comprensión y retención de información, un problema que se ha observado en diversos estudios. Un metaanálisis de 2018 sugiere que la lectura en soportes digitales podría dificultar el procesamiento de la información, especialmente en los más jóvenes.
Críticas y controversias
La decisión de Suecia no ha estado exenta de críticas. Algunos consideran que la medida es una reacción excesiva y que se basa en una visión conservadora de la educación. Neil Selwyn, profesor de educación en la Universidad Monash de Melbourne, comentó en un medio australiano que esta iniciativa es «una señal de compromiso con valores tradicionales». Selwyn sostiene que, aunque la tecnología por sí sola no garantiza un aprendizaje efectivo, el problema radica en la falta de evidencia clara sobre cómo integrarla de forma adecuada en las aulas.
Tecnología y educación: el debate continúa
La polémica en torno al uso de la tecnología en la educación no es exclusiva de Suecia. Recientemente, la UNESCO emitió un llamado global para un «uso adecuado» de la tecnología en las escuelas, destacando la importancia de maximizar los beneficios de estas herramientas y minimizar los posibles efectos negativos. En su informe sobre el estado de la educación de 2023, la organización resaltó la necesidad de una planificación cuidadosa al introducir tecnologías digitales en las aulas.
La inteligencia artificial, un nuevo desafío
La decisión sueca también abre el debate sobre el papel de la inteligencia artificial en la educación. Aunque Suecia haya decidido limitar el uso de pantallas en el aula, las herramientas de IA como ChatGPT se están integrando en el día a día académico de los estudiantes, que las utilizan para tareas, investigaciones y aprendizaje autónomo. Esta situación plantea una pregunta sobre la eficacia de prohibir la tecnología en las aulas cuando su uso sigue extendiéndose fuera de ellas.
El camino hacia una educación equilibrada
El caso de Suecia subraya la importancia de equilibrar el uso de la tecnología en la educación. Los defensores de la digitalización argumentan que las herramientas digitales pueden facilitar el aprendizaje, promover la interactividad y preparar a los estudiantes para un futuro laboral cada vez más tecnológico. No obstante, el gobierno sueco parece apostar por un enfoque más tradicional, en el que los libros de texto y los métodos de enseñanza convencionales juegan un papel central en el desarrollo de habilidades básicas como la lectura y la escritura.
Este cambio de rumbo en Suecia invita a reflexionar sobre el papel de la tecnología en la educación. Mientras que algunos países avanzan hacia la digitalización completa de sus sistemas educativos, Suecia ha optado por un modelo en el que las pantallas pasan a un segundo plano.
vía: Xataka