El sistema educativo español vuelve a suspender en competencia lingüística: el 70 % de los jóvenes valencianos reconoce no comprender inglés pese a más de una década de formación. La escuela pública no logra garantizar un nivel funcional del idioma, alimentando desigualdades y fomentando la educación paralela.
El inglés se enseña obligatoriamente desde la etapa infantil, pero al finalizar la Educación Secundaria, la gran mayoría de jóvenes no ha alcanzado un nivel que les permita desenvolverse con solvencia. Según datos del INE, siete de cada diez estudiantes valencianos afirma no entender el idioma, a pesar de haberlo estudiado durante al menos 13 años.
La cifra refleja un problema estructural: el inglés no se está enseñando con eficacia en la escuela pública. Y sus consecuencias son profundas, tanto en el plano académico como social.
Trece años de inglés sin competencia real
La situación no sorprende a los profesionales de la educación. El modelo actual se basa en grupos por edad, no por nivel, lo que genera aulas con grandes disparidades de conocimientos. Esta heterogeneidad impide que el aprendizaje sea efectivo, especialmente en una lengua que requiere práctica constante y progresiva.
Además, las ratios elevadas —clases con 25 o 30 alumnos— dificultan aún más la atención personalizada y el desarrollo oral, una de las habilidades más deficitarias en el alumnado. Mientras que en academias privadas los grupos son reducidos y se segmentan por nivel, en los institutos públicos se imparten las mismas sesiones a estudiantes con niveles radicalmente distintos.
La consecuencia es una pérdida de tiempo y motivación, y la perpetuación de un sistema donde solo quienes pueden permitírselo acceden a una formación complementaria real en el idioma.
Educación en la sombra: la alternativa de quien puede pagarla
Frente al bajo rendimiento del sistema público, cada vez más familias optan por academias privadas o centros bilingües integrales (las llamadas English Schools). Este fenómeno, conocido como educación en la sombra, está generando una brecha educativa evidente: los alumnos con recursos económicos acceden a un aprendizaje útil del inglés, mientras que quienes dependen exclusivamente de la enseñanza pública terminan su etapa escolar con carencias severas.
Se trata de un patrón creciente, que fragmenta la igualdad de oportunidades y afecta directamente a la inserción laboral futura de los jóvenes.
PISA confirma la brecha
El último informe PISA refuerza este diagnóstico. Los resultados en competencia lingüística revelan que una parte significativa del alumnado no es capaz de mantener una conversación básica en inglés, lo que pone en duda la efectividad de los métodos empleados. PISA se enfoca en habilidades prácticas, no solo en teoría gramatical, y evidencia que los jóvenes no pueden aplicar lo aprendido en situaciones reales.
Factores determinantes en el bajo rendimiento
Además de las ratios y la agrupación por edad, existen otros factores estructurales que inciden directamente en el fracaso de la enseñanza del inglés en la escuela pública:
- Falta de horas lectivas suficientes para desarrollar competencias lingüísticas sólidas.
- Metodologías centradas en gramática y lectura, dejando de lado la expresión oral.
- Escasa formación específica en didáctica de lenguas extranjeras para el profesorado de Primaria y Secundaria.
- Problemas de conducta en el aula, que dificultan el ritmo normal de las clases.
- Escasa exposición al inglés fuera del centro educativo, lo que limita la consolidación del idioma.
La diferencia de entorno cultural y familiar también pesa. La presencia de libros, películas en versión original, y la cantidad de palabras escuchadas por hora en el hogar marcan una brecha lingüística que se hace evidente a partir de los 9 o 10 años. A partir de esa edad, las trayectorias educativas de los estudiantes comienzan a divergir claramente.
Sin refuerzo, el alumnado con dificultades queda atrás
Otro de los déficits de la enseñanza pública es la ausencia de refuerzos efectivos para el alumnado que no avanza. En las academias, los estudiantes con nivel bajo reciben apoyo inmediato y personalizado. En cambio, en los institutos públicos, este refuerzo depende de recursos limitados y horarios rígidos, lo que provoca que muchos alumnos queden rezagados sin solución.
El resultado es un círculo vicioso: el alumno se frustra, se desmotiva y se aleja aún más del aprendizaje.
¿Qué soluciones se plantean?
Expertos y docentes coinciden en que las soluciones no pasan únicamente por aumentar horas de clase, sino por replantear el enfoque metodológico y organizativo. Algunas propuestas incluyen:
- Dividir grupos por nivel real de inglés, no por edad cronológica.
- Aplicar metodologías activas centradas en la práctica oral y la comprensión auditiva.
- Invertir en formación continua del profesorado en didáctica específica de lenguas extranjeras.
- Reducir ratios para mejorar la participación activa.
- Incrementar la exposición al inglés desde una edad temprana en entornos reales o simulados.
Conclusión
La enseñanza del inglés en la escuela pública española muestra una desconexión preocupante entre años de estudio y competencias reales. Esta brecha no solo afecta al rendimiento académico, sino que contribuye activamente a una desigualdad social creciente. Quienes pueden permitirse una educación paralela acceden a un dominio funcional del idioma; quienes no, quedan excluidos de una competencia clave en el mundo actual.
Reformar el sistema de enseñanza del inglés ya no es una cuestión de mejora, sino de justicia educativa.