Al que ostenta valimiento
cuando su poder es tal
que ni influye en bien ni en mal,
le quiero contar un cuento.
En una larga jornada,
un camello muy cargado
exclamó, ya fatigado:
-¡Oh, que carga tan pesada!
Doña Pulga, que montada
iba sobre él, al instante
se apea y dice arrogante:
-¡Del peso te libro yo!
El Camello respondió:
-¡Gracias, señor elefante!
Félix María de Samaniego