Según cuenta la historia durante la Edad Media comenzaron los ataques de los piratas mahometanos a las costas de Europa, un azote que se prolongaría durante siglos. Se aproximaban con sus barcos sin ser vistos y saqueaban las aldeas buscando sobre todo hacer prisioneros. Estos prisioneros eran vendidos luego en las ciudades del norte de África.
Para ayudar a estos desgraciados que habían sido arrancados de sus hogares y familias San Juan de Mata creó la Orden de los religiosos trinitarios. La finalidad principal de estos frailes no era otra que redimir a los cautivos, es decir, traerlos de vuelta. Sus armas, la misericordia y sus disposición a dar la vida por los demás. Así recorrían Europa mendigando no para ellos, sino para conseguir el dinero con el que poder comprar cautivos y devolverlos a sus hogares. Si no lo lograban las sumas necesarias, no tenían reparo alguno en perder su libertad para que un padre, una madre o un hijo pudiera volver con los suyos. Y así se intercambiaban por los prisioneros, convirtiéndose ellos mismos en cautivos.
Quizás el cautivo más famoso que liberaron fue Miguel de Cervantes. El autor del Quijote alcanzó la libertad gracias a los frailes trinitarios el 19 de Septiembre de 1580, después de pasar cinco años cautivo. Menos mal porque, si no lo hubieran liberado, no habría podido escribir el Quijote. ¡Menuda pérdida!