Ya estamos en noviembre y una vez pasado Halloween el próximo evento en la mente de los peques son las Navidades, y para ellos esta palabra es sinónimo de regalos. Este año especialmente los Reyes Magos y Papá Noel no podrán ser tan generosos como quisieran con todos los niños del planeta porque para ellos también hay crisis. Los niños deben comprender que quizá este año los regalos sean más escasos y para ayudarlos a comprender hay algunos juegos divertidos. Con ellos podrán entender la economía cotidiana y aplicar los conocimientos también a sus peticiones de este año.
- Juego de la pasta y el súper tomate: este juego da una pauta para saber diferenciar sobre lo que es básico y lo que no lo es. En este caso, comer pasta o cualquier otra comida necesaria es importante, sin embargo todo lo demás es secundario e innecesario, sólo sirve para darle un poco más de sabor, a veces excesivo y no demasiado saludable. El súper tomate con toda clase de vitaminas, el queso por encima, gratinado al horno, pasta con forma de muñequitos…. todo eso no es imprescindible y las podemos eliminar, comiendo simplemente pasta con tomate. Para no ser demasiado «rácanos» también podemos meter un poco de atún al natural o salchichas frankfurt. Lo mismo sucedería con los reyes o cualquier otra situación. Deben hacer una especie de evaluación para saber lo que realmente necesitan y lo que no, lo que ya pueden tener repetido y con lo que realmente van a jugar. Sería algo así como una reflexión sobre la carta a los Reyes, evitando el «pedir por pedir».
- El juego de semáforo. Desde pequeños los niños comienzan a aprender cuales son lo colores de los semáforos, porque para ser peatones también hace falta conocerlos. Verde (pasar), ámbar (cuidado) y rojo (no pasar), bine pues esto se puede aplicar jugando con los anuncios de la tele, viendo los anuncios de juguetes y expresando en voz alta lo que se puede pedir y lo que no se puede pedir, incluso lo que se podría. Es una forma de hacerles saber hasta donde llegan los límites para esta Navidad y al mismo tiempo divertirse viendo los anuncios de televisión, aunque quizá para ellos no sea tan divertido.
Vía: Ahorro diario