Esta es la historia de un lápiz
que no sabía escribir
y su madre le decía:
-Así no puedes seguir.
Al lápiza no le gustaba
pintar sobre la pared:
– Yo no quiero hacer dibujos
en hojitas de papel.
Le asustaba el sacapuntas
y las gomas de borrar.
Se escondía en el estuche
de su dueño Nicolás.
Una tarde, como otras,
que estaba tumbado al sol,
escuchó la suave queja
de un bello rotulador.
-No me gusta mi trabajo.
Pinto y pinto sin parar.
¡Parecen no darse cuenta
que yo me puedo secar!
Al oír tan linda voz
el lápiz se enamoró
de un rotulador muy rosa
que al lápiz correspondió.
Una noche muy oscura
cuando ya todos dormían
se escaparon del estuche
y se dieron a la fuga.
Ahora recorren el mundo
en un barco de papel
pintan nubes en el cielo
alegrando al mundo entero.
Autora: Menchu Cuesta Pérez.