(puede ser la de cualquier día…)
Fue una tarde redonda:
espléndida comida,
sugerente la copa,
la siesta a mi medida…
De pronto, la sorpresa
de los buenos amigos
que sin avisar llegan
riendo divertidos;
y el plan que se culmina
con paseo en el campo,
entre matas y encinas,
sin agobios malsanos.
El cielo luce azul,
la brisa nos refresca;
nos lleva a plenitud
la conversación serena…
Viene el atardecer,
las nubes se arrebolan,
el sol se va a poner
y se alargan las sombras;
los pájaros que vuelan
en busca de refugio
con su vuelo nos muestran
cual será nuestro rumbo.
Antes de que la noche
se amenice de estrellas
y que en alma broten
los sueños y quimeras,
regresamos felices
a casa para cenar,
mientras la vida sigue
cantando a la amistad.
José García Velázquez
Segovia, 14 de mayo de 2008