Guía para una infancia sin smartphones

Son muchos los estudios que demuestran los efectos negativos que tiene el uso de los smartphones en la salud mental de los más pequeños, afectando también a su bienestar físico y su progreso académico. Ante esta situación, está muy vivo el debate sobre la necesidad de proteger a los menores ante el uso de estos dispositivos.

Las cifras así lo reflejan: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70,6% de los menores de 15 años dispone de un smartphone, siendo un 23,3% niños y niñas de tan solo 10 años. Asimismo,la Gasol Foundation advierte que 8 de cada 10 menores de entre 8 y 16 años pasan cerca de cinco horas diarias frente a una pantalla durante los fines de semana, superando las recomendaciones de los expertos.

Ante esta realidad, The British School of Barcelona (BSB) ha lanzado la iniciativa de llegar a un compromiso con las familias para posponer la entrega de smartphones a sus hijos hasta, al menos, los 13 años (equivalente a 2º de ESO),así como para valorar posponer el acceso a las redes sociales hasta que los menores alcancen la edad mínima legal establecida. “Se trata de un acuerdo voluntario, pero que marca un hito significativo”, explica Neil Tetley, director ejecutivo del colegio internacional “Está pensado para preservar el bienestar del alumnado, fomentando un uso de la tecnología responsable y adecuado a su edad. Al retrasar el acceso a un smartphone, nuestro objetivo es promover interacciones sociales más saludables, estimular otros intereses y reducir la exposición a contenidos inapropiados”. Hasta la fecha, ya se han sumado más de 650 familias a la iniciativa del colegio.

Acompañamiento a las familias: cómo navegar este nuevo escenario sin smartphones

El colegio ofrece una guía práctica con recomendaciones para las familias que deseen sumarse al Compromiso Parental. Estas son algunas de las claves que propone el centro para facilitar esta transición digital responsable:

Ofrecer alternativas tecnológicas seguras

Existen opciones en el mercado que permiten mantener la comunicación sin necesidad de comprar un smartphone: un teléfono básico (sin acceso a Internet ni redes sociales) permite a las familias enviar mensajes de texto que los hijos pueden consultar antes o después de la jornada lectiva (ya que dentro del colegio el uso de móviles está prohibido). Para conocer la ubicación de los hijos en cualquier momento, se puede adquirir un localizador GPS o escoger un teléfono básico que incorpore esta función.

Confiar en el colegio para asuntos urgentes

El personal del colegio está capacitado para atender situaciones de emergencia y poner en marcha protocolos de seguridad. En caso necesario, las familias siempre pueden contactar con la recepción del centro, quien activará los procedimientos adecuados o trasladará el mensaje al alumno. En cualquier caso, la comunicación con las familias se realiza a través de los canales de comunicación habituales del centro.

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Conversaciones abiertas y honestas

El centro recomienda involucrar a los hijos en la conversación. Probablemente, ya son conscientes de los inconvenientes de tener un teléfono a una edad temprana, e incluso podrían estar de acuerdo en que esperar un poco es una buena idea. Aun así, “sabemos que puede ser difícil para ellos, y es por esto que hacerlo en grupo a través del Compromiso Parental marca la diferencia. Si el joven sabe que hay otros compañeros de clase que también van a recibir primero un teléfono básico, la presión para tener un smartphone se reduce significativamente”, explica el director de BSB.

Establecer un plan familiar

En aquellos casos en los que los hijos ya dispongan de un smartphone, o los hermanos mayores, se aconseja establecer nuevas reglas claras y coherentes para todos los miembros del hogar, incluidos los adultos. Por ejemplo, acordar espacios en casa donde no se puedan utilizar los móviles, establecer horarios de uso o limitar el tiempo de conexión.

Enseñar el uso responsable sin necesidad de acceso total

Para el colegio, educación y acceso son cosas distintas. Del mismo modo que se enseña sobre los peligros de fumar o beber alcohol mucho antes de que lo hagan, también se puede educar en el uso saludable de la tecnología sin tener que dar acceso completo a un smartphone. Otros dispositivos como los iPads y portátiles con finalidades educativas están muy restringidos y su uso es intencional, cosa que no sucede con un smartphone que está siempre al alcance de la mano, lo que facilita pasar horas navegando. “Por lo tanto, aunque todos los dispositivos deben controlarse y monitorizarse con atención, los smartphones presentan un problema especial”, explica Tetley.

Fomentar conexiones reales y relaciones significativas

Las amistades se pueden mantener a través de llamadas o mensajes de texto, pero el objetivo es que los vínculos se fortalezcan cara a cara, promoviendo relaciones más auténticas y compartiendo los momentos significativos, que son los que ocurren en persona. “Los niños que han comenzado Secundaria con un teléfono básico descubren que sus amistades siguen arraigadas en una conexión real, en lugar de la constante competencia de estatus y de «me gustas» en línea”, explican desde el centro.

Acceso controlado a comunidades de apoyo

Para aquellos estudiantes que participan en comunidades online, se aconseja el uso de dispositivos familiares compartidos, en horarios pactados y bajo plataformas moderadas, sin abrir la puerta a los riesgos que conlleva el uso ilimitado de smartphones con acceso ilimitado 24/7.

Gestión individualizada en casos especiales

Si un menor requiere un smartphone por razones médicas, se contempla esta excepción. El objetivo del acuerdo no es eliminar herramientas esenciales, sino evitar que el niño crezca en un entorno libre de tecnología adictiva.