Resulta que Franca quería hacer algo porque estaba aburrida. El Tío Chiflete le prestó su diario para que lo mirara.
– Es muy aburrido. Este diario no tiene colores – dijo Franca.
Entonces el tío le prestó una revista.
– Es muy aburrida. Esta revista no se oye.
Entonces el tío le prestó una radio.
– Es muy aburrida. En esta radio no se ve nada.
Entonces el tío le prestó un televisor.
– Es muy aburrido. En este televisor no se huele nada.
Entonces el Tío Chiflete le llevó el televisor al Vecino Inventor para que le pusiera olor. El vecino le dijo que lo fuera a buscar al día siguiente.
Cuando el tío finalmente trajo el televisor, lo prendió y notó que tenía algo de olor. Franca se puso a mirar los dibujitos.
Al rato vino la mamá y dijo:
– ¿Qué es ese olor?
– La tele ahora viene con olor, – explicó Franca
– ¿qué estás diciendo? ¿cómo es posible? – se asombró la mamá.
– El Vecino Inventor la arregló – dijo el Tío.
– Qué bárbaro, las cosas que se hacen hoy en día. En mis épocas, teníamos la radio y gracias.
– ¿Porqué no tenías tele, mamá? – preguntó Franca.
– Porque no se había inventado, – contestó Peta con cara de oler feo. – Me parece que le voy a preguntar al vecino si no le puede bajar un poco el olor. Está muy fuerte.
La mamá fue a lo del vecino y le preguntó como se hacía para bajar el olor.
– ¿El qué? – preguntó el Vecino Inventor.
La mamá le explicó lo que pasaba y el Vecino Inventor le contestó que él no le había podido poner olor a la tele. Que la había desarmado y vuelto a armar, dejándola igual que antes.
– Qué raro – dijo la mamá. Entonces le voy a pasar un trapo húmedo.
Al rato Franca le dijo a la mamá:
– ¿Sabés que ahora la tele hace pis y caca?
– ¿Cómo? – dijo la mamá asombrada. Esto ya pasa de castaño oscuro. Que tenga olor vaya y pase, pero ¡qué haga pis y caca no puede ser!. Tío Chiflete, llamalo al Vecino Inventor por favor. ¡qué barbaridad!. Lo único que faltaba, va a haber que ponerle pañales a la tele.
El Tío Chiflete y el Vecino Inventor desarmaron la tele para ver que pasaba. Llenaron la casa de piezas y tornillos y cablecitos, hicieron un lío bárbaro y discutieron sobre televisores hasta que se hizo de noche. Hasta que por último se encontraron algo raro: ¡Había un ratoncito escondido en el televisor!.
Cuando lo sacaron y limpiaron todo, el olor desapareció.
Tardaron un rato largo en volver a armar todo, y si bien sobraron un par de piezas, anduvo bastante bien.
– Qué lástima – dijo Franca después de mirar un rato. – Me gustaba más como estaba antes, con olor y ratoncito.